IMPACTO DIRECTO

Texto: Selene Pisabarro / Zaragoza

Fotos: Stte. José Hontiyuelo (DECET)

El Mando de Artillería de Campaña ha disparado el nuevo proyectil Excalibur por primera vez con los obuses SIAC 155/52 y autopropulsado M-109.

Todas las unidades del Ejército de Tierra caminan hacia el futuro, con el horizonte 2035 en la cabeza y con el propósito de implantar un Ejército más moderno y avanzado tecnológicamente. Una de ellas es el Mando de Artillería de Campaña (MACA), que ya ha probado el nuevo sistema Excalibur el 23 de octubre, durante un ejercicio en el Centro de Adiestramiento «San Gregorio» (Zaragoza). Así, ha declarado la Initial Operational Capability, con la que obtiene la capacidad de ataque a objetivos con máxima precisión. Gracias a este hito, este Mando se ha constituido como unidad de referencia Excalibur y, por ende, tendrá la responsabilidad de proporcionar los apoyos de fuego correspondientes a las brigadas y divisiones que se determinen. De este modo, reforzará los fuegos que proporcionan el resto de unidades de Artillería, y apoyará a los Centros de Formación en la preparación.

«El MACA es pionero en el uso de Excalibur»

SISTEMA EXCALIBUR
En un primer momento, se decidió que el obús óptimo para efectuar el disparo del Excalibur era el Santa Bárbara 155/52 —tanto en su versión V07 como SIAC—. Posteriormente, también se confirmó su utilización en el obús autopropulsado (ATP) M-109 A5. Por este motivo, las unidades designadas para este cometido han sido los Regimientos de Artillería Lanzacohetes de Campaña (RALCA) nº 63 y el de Artillería de Campaña (RACA) nº 11. Se compone de un sistema de control que integra, por una parte, el sistema de cálculo de datos de tiro y, por otra, el de transmisión y programación de la espoleta. También el propio proyectil de alcance extendido —con un módulo Base Bleed—, que incorpora el sistema de navegación y el de control y guiado GPS. Todo ello permite neutralizar objetivos de hasta 50 kilómetros, con un círculo de error probable inferior a 4 metros. Con Excalibur se pueden batir objetivos blindados, a descubierto o en el interior de edificios y fortificaciones. Su coeficiente balístico es superior al proyectil rompedor convencional M-107 —con un alcance de 18 kilómetros—, de dotación en el Ejército de Tierra.

UN LARGO CAMINO
En septiembre las unidades recogieron el material del Parque y Centro de Mantenimiento de Armamento y Material de Artillería, en Valladolid. Atrás quedaban meses de pruebas con este sistema en el Centro de Ensayos «Torregorda» (Cádiz), y de estudio y preparación de las primeras dotaciones con las que se efectuaría el primer disparo. También en «Piccatinny Arsenal» (Nueva Jersey, Estados Unidos), donde se formó al personal para que instruyera a las dos primeras tripulaciones del SIAC y ATP —incluyendo a sendos jefes de batería, de pieza y equipos de observadores—. Ahora, es el momento de integrar esta nueva capacidad de la Artillería española, con las miras puestas en otro hito en el futuro: batir con precisión objetivos en movimiento, que también podrá ser clave para la artillería de costa. Será con la munición Excalibur-S, una variante que incorpora un guiado láser semiactivo terminal y que supone una evolución del actual proyectil.

EL PROYECTIL
El radio de acción letal es de, aproximadamente, 30 metros. Así, se aumenta la potencia de fuego que, unida a la precisión propia del sistema, garantiza la disminución de daños colaterales. Además, la incorporación del Base Bleed permite aumentar el alcance. «En el caso de los SIAC, se alcanzan objetivos de hasta 50 kilómetros y, en el de ATP, son 40», explica el capitán Vallina, del RALCA 63. En la parte delantera lleva una unidad de navegación inercial, el receptor GPS y la electrónica asociada. También el sistema de guiado tipo Cannard, cuyas aletas directoras se encuentran en esta parte, algo que hasta ahora solo se veía en misiles antiaéreos, como Mistral. Con esto se consigue que el proyectil sea capaz de modificar aerodinámicamente su trayectoria. La estabilización no es por rotación, sino a través de aletas, que se despliegan en su parte trasera una vez que se sale del tubo del obús. En el centro, se encuentra la carga explosiva y la espoleta, que es electrónica. En su parte trasera incorpora el culote Base Bleed.

«Se alcanzan objetivos de hasta 50 kilómetros con el SIAC 155/52 y alrededor de 40 con el ATP M-109…»

Capitán Vallina

FASES DE VUELO
Excalibur es peculiar también por su funcionamiento una vez que se dispara, ya que tiene dos fases de vuelo. La primera abarca la rama ascendente, cuando el proyectil sale del tubo. Actúa como uno convencional empleando una trayectoria balística, a la par que realiza un chequeo interno para comprobar que los sistemas funcionan correctamente y recibe la señal GPS con calidad. La segunda es la rama descendente, cuando el proyectil efectúa una navegación aerodinámica hacia el objetivo. De este modo, impacta con la orientación y el ángulo de ataque que se haya establecido previamente. Es «muy seguro, porque se arma en los últimos dos segundos de la trayectoria. Si detectase que cae 30 metros alejado de la zona marcada, no se arma y cae inerte, por lo que no habría detonación», asegura el capitán Vallina.

LA SECUENCIA DE DISPARO

Hasta que se incorpore al sistema de mando y control Talos, de apoyos de fuego, el procedimiento de fuego se hace de manera autónoma, de la siguiente forma: En la zona de artificiero del obús SIAC 155/52, los artilleros del RALCA 63 ya están preparados. No falta nada, incluyendo el proyectil y la pólvora. Por radio se oye: «¡Acción de fuego Excalibur!». Entonces, comienza el proceso. El teniente jefe de sección ya ha llegado a las proximidades. El sargento Gil, jefe de pieza, relata la secuencia: «Vamos desempacando los proyectiles y los ponemos en posición. Al mismo tiempo, un artillero coloca el GPS en la boca del tubo para conocer las coordenadas y transferirlas a la tablet, mediante un sistema encriptado. Cuando se retira el GPS, me pasa la orientación de tiro con el ángulo, que yo introduzco en la unidad de control de mi pieza. Después, colocamos el programador de espoleta, el EPIAFS (Electronic Portable Inductive Artillery Fuze Setter), que introduce la información en un tiempo de entre 5 y 20 segundos». Una vez que se ha programado, dos artilleros cargan el proyectil, debido a su delicadeza, mientras el sargento realiza las oportunas comprobaciones. Por ejemplo, «la correcta colocación del proyectil en el tubo, para asegurarnos de que no hay una caída del mismo o fallback. Si todo es correcto, se introduce la carga modular, se cierra y entonces mando a toda la gente a cubierto», concluye. Y el obús, de manera automática, realiza el disparo, hasta que impacta en el objetivo con una precisión y una potencia de fuego extraordinaria. Un sistema con procedimientos complejos y selectivos para batir objetivos de alto valor, y con una capacidad disuasoria y decisiva muy importante.

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