
Roberto Brasero
No es el primer Hombre del Tiempo, aunque ha marcado un antes y un después en la forma de relatar este espacio. Natural de Talavera de la Reina (Toledo), y comunicador de formación, Roberto Brasero (1971) se propuso dar “más calor” a este espacio y adaptarlo a los nuevos tiempos. Por casualidad con su apellido, o porque el picón de “este brasero”se sustenta en una firme base de cerámica talaverana, lo cierto es que el resultado salió bien y son muchos los que cada tarde buscan bajo “las faldillas” de Antena 3 TV el pronóstico meteorológico…
¿Cómo surgió la idea de contar el tiempo de una manera diferente? No fue algo predeterminado… Al menos por mi parte. Llegó un nuevo equipo directivo a Telemadrid —donde yo estaba trabajando— y tenían claro que quería hacer algo distinto. Buscaban darle un enfoque más informativo, y me lo propusieron a mí. Por entonces había hecho de todo en la tele, menos presentar el tiempo… Y entonces lo hice… a mí manera. Porque, la verdad, no sé hacerlo de otra forma.

<<Hay batallas que han contribuido ha mejorar los pronosticos>>
Inicialmente se licenció en Periodismo. ¿De dónde le viene esa afición por el tiempo? Es afición por el tiempo y por todo lo que lo rodea, que en realidad es todo lo que nos rodea a los humanos: los cambios que suceden en la atmósfera me interesan, pero también la manera en que puede repercutirnos y afectarnos. Y no solo es porque nos vayamos a mojar con las tormentas o porque tengamos un buen día para ir a la playa. El tiempo atmosférico está detrás del tiempo cronológico, es decir, condiciona nuestros planes. Pero también está detrás de la economía de muchas familias que dependen de una cosecha o de salir a pescar; de la evolución de los paisajes, y de los animales… ¡El tiempo es todo!
En 1956 Mariano Medina fue el primer Hombre del Tiempo. Era doctor en Físicas, Roberto licenciado en Periodismo… ¿Se da ahora una importancia mayor a la comunicación? Sí, en la sociedad en general. Ni la sociedad de hoy es la misma de 1956, ni los medios de comunicación son los mismos que conoció don Mariano Medina. Estamos en una sociedad más formada y mejor informada en la que ocupa un papel predominante la comunicación. Es verdad que ahora no damos el tiempo como antes, pero es que pocas cosas se hacen como antes, ¿no? Mariano Medina —primer Hombre del Tiempo y mi paisano— empezó con una pizarra y una tiza. Ahora tenemos infografía en mil colores, imágenes de satélite, mapas en 3D o, más novedoso, la realidad aumentada. Eso supone otra manera de presentar la información del tiempo; pero, además, ¿por qué no ampliar también los contenidos que podemos ofrecer en nuestros espacios? Creo que en ambos aspectos, la forma y el fondo, ha podido influir mi formación como periodista

¿Qué le parece la expresión El Hombre del tiempo? Aunque también hay mujeres que presentan este espacio… A mí me encanta que me llamen El Hombre del Tiempo. Me parece una expresión entrañable y hasta con un punto mágico. También hay quien se refiere a mis colegas como Mujeres del Tiempo, y me parece bien.
Cómo cree que afecta el cambio climático a la población… Buena pregunta. En realidad ahí está la clave para afrontar el asunto del actual calentamiento global: saber cómo puede afectar a la población, y que no creamos que solo son cifras de temperaturas que aumentan, o una mezcla de gases que cambian ahí arriba en la atmósfera. No. Las consecuencias ya están investigadas y documentadas en algunos sectores de la población y la economía: las viñas se están plantando en zonas más altas para conseguir mantener las características del vino; las estaciones de esquí se enfrentan a una reducción de la capa de nieve en invierno en nuestros Pirineos; las olas de calor están siendo y serán más frecuentes en España. En algunos archipiélagos del Pacífico están seguros de que el mar les comerá las casas en menos de 30 años.
¿Qué medidas cree necesarias para combatirlo? Lo principal es saber que existe el problema y querer acabar con él. Ahora nos cuesta tomar medidas para corregir una predicción tan a largo plazo. Pero los expertos nos dicen que es precisamente cuando hay que acometer el futuro, además de las consecuencias que ya se están produciendo.
Lo cuenta en su libro La Influencia Silenciosa (Espasa)… Sí, y en la tercera parte, explico la influencia que ahora tenemos los humanos en el clima. El libro tiene otras dos partes anteriores. En la primera cuento la influencia directa y decisiva que el clima tiene sobre la Tierra; y en la segunda parte, que es mi favorita, hablo de otra influencia no tan directa, quizá más matizada, pero que también ha sido determinante en algunos episodios de nuestra historia y en la evolución de nuestras sociedades. Y esa es la que llamo “la influencia silenciosa”.

¿Cree que los climas hacen diferentes a las personas? ¡Y diferentes sociedades! La civilización no hubiera surgido sin el periodo de altas temperaturas y sequía que sucedió al frío de la Edad de los Metales. Cuando el tiempo se vuelve tan seco y la naturaleza tan árida, los humanos de entonces se agrupan en los vergeles que aún resistían a orillas de los ríos. Y así pudo nacer la civilización entre el Tigris y el Eúfrates, o pudo prosperar la sociedad egipcia a merced de las crecidas del Nilo. Tampoco se podría entender una Grecia y una Roma prósperas sin las templadas temperaturas de entonces. De hecho, la caída del Imperio Romano coincide con un enfriamiento del clima.
¿Qué fenómeno meteorológico ha sido el más apasionante que ha vivido en su profesión? He tenido oportunidad de cubrir la información de un huracán y varias tormentas tropicales. No lo recomiendo. Pero tampoco son peores que una gota fría en nuestro Mediterráneo. Más sosegadamente me quedo con un mar de nubes provocado por la niebla o, simplemente, un amanecer en el campo tras una noche de lluvia en otoño.
Conocer la previsión meteorológica es muy importante. La actuación del Ejército puede variar en determinadas situaciones dependiendo de la predicción que se realiza… ¿Cuál es la mejor forma de mantenerse informado para un militar? Soy consciente de la importancia que los diferentes ejércitos dan a la información meteorológica. Muchas veces, una decisión se lleva a cabo o no después de haber escuchado al meteorólogo en briefing, bien sea directamente en el Alto Mando o bien a través del parte en las unidades correspondientes. Creo que la Agencia Estatal de Meteorología tiene entre sus responsabilidades la de formar e informar a través de la Sección de Meteorología para la Defensa.
¿Cómo puede influir una buena información meteorológica en la misión del Ejército? A nadie se le escapa la importancia de una previsión para una misión aérea y naval, pero también para las operaciones en tierra.

«Soy consciente de la importancia que los diferentes ejércitos dan a la información meteorológica».
El camino es de ida y vuelta. Hay batallas que han contribuido a mejorar los pronósticos y varios momentos clave en la historia de la meteorología que están relacionados con el Ejército. Uno ocurrió en la guerra de Crimea, en 1854. Una fuerte tormenta diezmó las tropas de Francia e Inglaterra que luchaban contra Rusia. El emperador Napoleón III encargó investigar si esa tormenta se podría haber previsto con antelación al que entonces era el director del Observatorio Astronómico de París. Y Urbain Le Verrier sacó la conclusión de que un sistema eficaz de comunicación podría haber alertado y contribuido a evitar la derrota. Así nació en Francia la primera Red de Observación Meteorológica, germen de todas las actuales. Otro paso de gigante se dio en la Segunda Guerra Mundial, cuando los meteorólogos aliados, fundamentalmente los ingleses, supieron ver una ventana de buen tiempo que permitiría el desembarco de Normandía… con la suficiente antelación como para que Eisenhower organizara el día-D. La victoria aliada fue también un triunfo de los meteorólogos.
¿Cree necesario potenciar la meteorología en el Ejército? Basta repasar tan solo lo que te acabo de contar. ¡Y son solo un par de ejemplos! Si los hubiera habido en las tropas de Flandes, ¡Felipe II no habría tenido que quejarse de los elementos! Eso, por cierto, también lo cuento en mi libro…