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Conocer a… Soldado Vigil

El terremoto de Turquía ha sido mi prueba de fuego

Texto: Elvira Valbuena / Madrid

En 2019, el soldado Vigil, destinado en el Batallón de Helicópteros de Transporte V, de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, en Colmenar Viejo (Madrid), decidió crear una asociación especializada en la búsqueda de personas.

El soldado Vigil posee un amplio abanico de titulaciones en adiestramiento de perros de rescate y formación de guías caninos tanto en búsqueda y rescate como seguridad y defensa y emergencias. Además, tiene en su haber sendas certificaciones profesionales en adiestramiento e instrucción, y está habilitado como instructor por el Ministerio del Interior. Con este currículum, el soldado Vigil decidió unirse a otros especialistas del gremio que conocía para crear la Unidad de Rescate y Salvamento con Perros (URESAP) España. Así fue como este militar fundó la asociación, dedicada a la búsqueda de personas desaparecidas, que también preside.

Hoy en día, la URESAP está integrada por 22 miembros de distintos cuerpos de seguridad y emergencias, entre militares, policías, guardias civiles, bomberos y personal del SAMUR-Protección Civil. La unidad cuenta con tres sedes, en Ávila, Madrid y Málaga, lugares donde en determinado momento fueron destinados sus integrantes. Desde entonces hasta hoy, el equipo de URESAP España ha vivido muchas experiencias, pero ninguna de la magnitud de la del pasado mes de febrero en Turquía, a donde siete personas y tres perros se desplazaron para colaborar en las tareas de rescate de las víctimas del terremoto. «En total, fuimos tres guías caninos con sus perros, dos compañeros de drones, un compañero que es sanitario y también bombero, y otro compañero que vino de Sevilla y que tiene otra unidad, pero que trabaja con nosotros cuando se requiere porque nos conocemos desde hace tiempo».

Un olor indescriptible

De aquellos momentos, el soldado Vigil recuerda, impresionado, el olor intenso que desprendía la zona de la catástrofe. «El olor al llegar al pueblo de Adiyaman, al sur de Turquía, era indescriptible. Aquello era un completo desastre, con la gente en la calle, día y noche», señala el militar. «No tuvimos la suerte de encontrar a ninguna persona con vida», añade. «Los dos perros entrenados para detectar supervivientes hacían movimientos extraños, pero no llegaron a marcar ningún punto. A continuación, entrábamos con mi perro, que también está capacitado para encontrar fallecidos, y realizábamos otra pasada, en la que al final localizábamos y confirmábamos que en ese lugar había una persona muerta», se lamenta el soldado, para quien Turquía ha supuesto su «prueba de fuego».

En las operaciones de rescate, la función del soldado Vigil es la de guía canino. «Nuestro proceder es siempre el mismo: trabajamos con el perro y, una vez que hemos terminado, nos ponemos a disposición de los equipos de rescate que estén trabajando en la zona, bomberos o equipos de salvamento, que son los que van a realizar cualquier tarea, para ver si nos necesitan», explica. Si no es así, agrega, «nos hacemos a un lado y, en caso de que haya que colaborar o prestar ayuda en materia sanitaria, como también tenemos conocimientos en este campo, nos ponemos al servicio del equipo de médicos o sanitarios que esté trabajando allí».

Entrenar a un perro de rescate como los tres que fueron a Turquía lleva de año y medio a dos años, asegura el soldado Vigil. La URESAP también ofrece formación a diversos estamentos y a equipos que se lo solicitan. «Ahora, además, estamos trabajando para los ciudadanos interesados en esta especialidad, y estamos preparando formaciones tanto a nivel de unidad como en colaboración con otras unidades de federaciones de montaña, con el fin de empezar a impartir estas formaciones a finales de 2023 o principios de 2024», explica el militar, quien también tiene palabras de agradecimiento para sus compañeros de Colmenar Viejo, que nunca dudan en facilitarle las cosas para que pueda desplazarse a las zonas de catástrofe.

Conocer a… Cabo Calzada

Premio «Pedro Castillo» 2023

En el Acto de celebración del aniversario del Regimiento Farnesio el pasado 07 de marzo, se entregó al Cabo Roberto Calzada el Premio «Pedro Castillo» (Cabo Laureado del Regimiento) premio que se otorga al Militar de Tropa que  haya destacado a lo largo del último año, por su trabajo, entrega y dedicación a las tareas y actividades profesionales, por sus virtudes y cualidades militares, así como por su trayectoria personal. Un miembro de la Asociación «Veteranos de Farnesio» entrevista al premiado y nos acerca a su persona.

Se planta uno ante el cabo Calzada, de nombre Roberto (Salamanca, 1986) y casi tiene la impresión de encontrarse con una estatua viva de un guerrero espartano, con un mármol al que Fidias, por fin, hubiese logrado insuflarle un soplo de vida, como hacían sus dioses. Barba negra, poblada, cuidada. Nariz aguileña. Mirada almendrada y serena. Perfil, sí, como tallado a cincel. Y si te paras, no es difícil imaginarlo allá en las playas de Troya, como un Ayax Telamonio batiéndose sin temor con los teucros para devolver a Aquiles el cuerpo ya exánime del admirado y amado Patroclo. Sentado a los remos del Argos, junto a Jasón en busca del ansiado vellocino de oro. O detrás de Leónidas, uno de entre los trescientos, cerrando silencioso el paso de Las Termópilas. Porque de entre los méritos que destacan de él, ganador este año 2023 del premio Pedro Castillo al mejor jinete de tropa del Regimiento Farnesio, cabe mencionar eso: es un hombre callado y discreto, que no hace ruido, pero del que sabes a ciencia cierta que está ahí cerca, detrás, para lo que necesites.

Ingresó Calzada en el Ejército en el año 2008, sin antecedentes militares en la familia y sin una expectativa en concreto, “que el disparo me sorprendiera, como suele decirse”, explica el ganador del premio. Y parece que sí le sorprendió, para bien, pues continúa en las filas de la Caballería, aunque en su mente la primera opción era el arma de Ingenieros. Afortunadamente para el Regimiento Farnesio, en aquel momento no había plazas convocadas en el Regimiento de Especialidades de Ingenieros de Salamanca, y así fue como Roberto terminó en el viejo tercio de Hessen-Homburg.

Y en él, ha hecho de todo: tripulante de Leopardo, de VEC, de TOA, de VAMTAC… En estos momentos, está al frente de uno de los equipos de morteros pesados del tercer escuadrón ligero acorazado. Y recién llegado, como quien dice, de la misión de Mali, que ha supuesto su cuarta salida al extranjero en misión internacional, tras tres despliegues en El Líbano. ¿Mucha diferencia entre ambas?, le pregunto. Y sí, las hay, tal y como me explica. En El Líbano, formaba parte de la QRT, lo que viene a ser como una fuerza de reserva a disposición del mando de la misión UNIFIL; y ésa era su dedicación exclusiva. En Mali, sin embargo, los servicios y las guardias se comían la casi totalidad del tiempo. Eso sí, Calzada, encantado de salir de misión. “Esto es como si eres deportista, entrenas pero no compites”.

En Osorno (Palencia), en abril de 2020 en una patrulla de la operación «Balmis»

Y es que el salir de misión es uno de los aspectos que el cabo Calzada más valora de la vida militar. “Aquí encuentras oportunidades y se dan situaciones que no vives en ninguna parte”, recalca, para añadir además la posibilidad de manejar vehículos y, por encima de todo, “la gente con la que estás día a día, con la que convives”. En definitiva, el compañerismo.

Sobre el futuro, el Pedro Castillo 2023 me avanza su intención de optar a las plazas de permanencia y también, la posibilidad de un cambio de especialidad, hacia una más enfocada al mantenimiento. Y precisamente por ahí, van los tiros cuando me intereso por saber a qué va a dedicar la beca con la que el Asociación Veteranos de Caballería de Farnesio contribuye a mejorar la formación del ganador del premio Pedro Castillo. Resulta que Roberto Calzada, de niño, se dedicaba a curiosear y desmontar bicicletas, una afición en la que, con el paso de los años, ha ido profundizando más y más. Y con ello en mente, empleará la beca en algún curso de mecánica y mantenimiento de bicicletas.

Marcha ya el cabo Calzada camino de su escuadrón, por la Avenida del zar Nicolás II en la Base Militar “El Empecinado”. Al otro lado de la verja, los más agoreros hablan de la falta de valores de una sociedad vacía, de una juventud sin principios ni objetivos, de gentes sin compromiso… Aquí, con cada paso, se va empequeñeciendo en la lejanía el “soldado ejemplar” del Farnesio, y tras de sí parecen hacerse realidad las palabras de Bernardo de Claraval en su Elogio de la nueva milicia templaria: “Piensan más en combatir que en presentarse con fausto y pompa y, aspirando a la victoria y no a la vanagloria, procuran hacerse respetar más que admirar de sus enemigos”.

Entrega del premio «Pedro Castillo», 7 de marzo del 2023