El siglo XVIII fue el momento en el que los médicos y cirujanos militares llevaron por primera vez el uniforme en el que se vislumbraba su profesión dentro del Ejército, aunque carecían de empleo. Francisco Javier Balmis fue uno de ellos, no solo en territorio nacional, sino también en las múltiples salidas que realizó al exterior. Precisamente, en 2019 se cumple el bicentenario de la muerte de este cirujano militar, que lideró la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna a América Latina. Con su afán por mejorar la vida de quienes vivían en el Nuevo Continente, evitó que la viruela se propagara, gracias a lo que supuso el germen de la medicina preventiva. Sin embargo, este no fue su primer viaje.
Es preciso destacar que la figura del cirujano entonces era diferente a la del médico, debido a que el primero empleaba instrumentos manipulados, mientras que el segundo lo hacía con los fármacos. En el caso del Ejército, los cirujanos gozaban de mayor representatividad, ya que su función era imprescindible al tratar heridas más graves que necesitaban cirugía.
Fue en el asedio de Argel, en 1775, cuando por primera vez intervino como practicante —es decir, ayudante— militar. Viajó con la expedición (ordenada por el rey Carlos III), al mando de la cual estaba el mariscal español O’Reilly. «Ese fue su «bautismo de fuego» en sus inicios como cirujano, ya que tuvo que atender a numerosos heridos», cuenta el doctor José Carro, quien ha estudiado a fondo la carrera de Balmis. «Desde muy joven ya manifestó su amor e interés por la profesión», constata. Por eso, poco a poco incrementó sus conocimientos con el objetivo de ascender. Así consigue, con 26 años, ingresar formalmente en el Cuerpo de Sanidad Militar, de reciente creación.
Su segunda salida fue en el asedio de Gibraltar, donde participó en la tercera tentativa de reconquistarlo, en 1779, y que supuso otra experiencia quirúrgica de campaña, ya como cirujano militar. De nuevo, en 1781, participó durante un mes en la batalla de Pensacola —la actual Florida (Estados Unidos)—, donde Bernardo de Gálvez era el gobernador. Balmis se quedó cinco años, un periodo de tiempo que aprovechó para visitar algunos países de América Central, como México. Después le nombraron director médico del Hospital Militar del Amor de Dios —entre 1786 y 1788—, un centro que recogía, principalmente, personas con enfermedades venéreas. Por eso, los españoles importaron curas más avanzadas para evitar que los locales empleasen pócimas hechas de plantas.

Unos años más tarde, en 1803, consciente de la epidemia de viruela que estaban sufriendo los países de América Latina, intentó convencer al rey Carlos IV para que los fletara, ya que era un proceso muy costoso. Balmis le insistió en que Si Vuestra Majestad no socorre con la vacuna a los miles de afectados que hay en los territorios españoles que Vuestra Majestad tiene, se quedará sin súbditos. Así, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna emprendió la travesía hacia el Nuevo Mundo, encabezada por los cirujanos Balmis y José Salvany. Fue la primera vez que se realizó este tipo de viaje a otros territorios que pertenecían a España y el rey Carlos IV elogió su labor a su regreso, en 1806.
Aprovechó para depositar en el Jardín Botánico de Madrid algunas muestras de plantas (como la begonia) para analizar sus propiedades; e investigó la cura contra la sífilis. «Balmis se caracterizó por su temperamento vehemente y el deseo de resolver las cosas; era un hombre con capacidad de innovar», asegura el doctor Carro. Volvió a México tres años más tarde,
al recibir noticias de que se había dejado de vacunar por desconocimiento del procedimiento. Por fin, escribió el reglamento sobre la administración de la antivariólica.
«Su vida fue, sin duda, una vida compleja por tantos viajes. Estuvo llena de servicios a España y a la medicina española», dice el doctor Carro. Y con su predisposición contribuyó a mejorar la vida de miles de personas. Incluso, a salvarlas.

TRAYECTORIA
Nació en Alicante, en 1753. Hijo y nieto de cirujanos, a los 17 años ingresó en el Hospital Real Militar de Alicante.
Fue nombrado cirujano honorario de Cámara de Carlos IV y se incorporó como médico a la Real Academia Médica Matritense; además, le designaron cirujano consultor del Ejército.
Su interés por aprender y ampliar su conocimiento le llevó a graduarse en Artes por la Universidad de México en 1787.
Importó a Europa la planta de la begonia, que recibió, en su honor, el nombre oficial de begonia balmisiana.
Falleció en Madrid, en 1819.
La película española 22 ángeles recrea el viaje de la Expedición Filantrópica de la Vacuna y está basada en el libro Los ángeles custodios, de Almudena de Artega.
Un comentario en “LA SOLIDARIDAD DEL CIRUJANO MILITAR BALMIS”