TERESA PERALES ‘NADADORA PARALÍMPICA’

TERESA PERALES 'NADADORA PARALÍMPICA'
TERESA PERALES ‘NADADORA PARALÍMPICA’

Teresa Perales (Zaragoza, 1975) perdió la movilidad en las piernas a causa de una neuropatía a los 19 años. Sin embargo, este revés no la paralizó. Al contrario, de­cidió tirarse a la piscina y resultó ser un verdadero acierto. Actualmente, atesora 22 medallas paralímpicas en natación y es una de las deportistas con más meda­llas en la historia de los Juegos Paralím­picos. Además, Teresa ha escrito un libro (La fuerza de un sueño) e imparte confe­rencias por toda España hablando sobre la superación.

¿Qué es lo primero que se le pasa por la cabeza cuando le comunican que sus piernas no le responden? ¿Qué emocio­nes le suscita?

Fueron emociones equiparables a cual­quier duelo. Al fin y al cabo, fue una pérdi­da. No de un ser querido, pero sí de algo muy importante para cualquiera, como es el hecho de caminar.

«SIEMPRE ME HA GUSTADO MUCHO LA VIDA MILITAR,
 LA INSTITUCIÓN Y LA VOCACIÓN DE SERVICIO 
A MI PAÍS»

¿Cómo “dialoga” con estas emociones y llega al querer es poder?

Desde luego, no fue de la noche a la mañana. Más bien resultó ser un proceso continuo y prolongado en el tiempo, tanto como duró acostumbrarme a la nueva si­tuación y aprender a hacer algunas cosas básicas de nuevo —como vestirme sola o “caminar” de un modo muy diferente—. Así que no hay un momento concreto en el que la puerta se abre y llego al querer es poder. Simplemente pasa, con el tiempo y con la impresión de que me estaba abu­rriendo hasta de mí misma y, también, de que me estaba perdiendo lo que la vida todavía me podía ofrecer.

¿Cuenta con el apoyo de alguna otra per­sona durante el proceso? ¿Cuánto tardó en vencer la limitación psicológica?

Mi madre y mi hermano fueron mis dos grandes pilares. Mi madre, mamá leona, siempre pendiente y protectora; y mi her­mano, convirtiéndose en mi mayor cóm­plice. Pero hubo otra persona importan­te, aunque ya ni siquiera estaba viva en aquel momento: mi padre. Había falleci­do cuatro años antes y su pérdida me re­cordaba que la vida se puede escapar en un instante y que no es cuestión de cuán­to tiempo vives, sino de si, lo que vives, merece la pena. Y yo quería que mi vida la mereciera.

TERESA PERALES 'NADADORA PARALÍMPICA'
TERESA PERALES ‘NADADORA PARALÍMPICA’

¿Cree que este proceso está al alcance de cualquiera?

Sí, todos tenemos el gen resiliente. To­dos podemos levantarnos después de un resbalón. De hecho, creo que la mayoría de las veces no sabemos las capacidades que tenemos hasta que no las necesitamos de verdad. Y lo mejor de reponerse de un “resbalón” es que ya sabes cómo hacerlo para la próxima.

¿Es necesario encontrarse con un “muro” vital como lo fue para usted su discapacidad para dar ese “salto”?

No creo que haga falta, pero es verdad que mucha gente da ese “salto” cuando se ven en la necesidad de hacerlo. Vivimos demasiado acomodados en la rutina y no valoramos lo suficiente cómo lo hacemos. Pero no es cuestión de que nos pasen co­sas malas para valorar nuestra vida.

¿Cree que realmente todo está en nuestra mente y que cambiando un pensamiento negativo por otro positi­vo se puede lograr todo lo que uno se propone?

Nuestra mente, bajo mi punto de vista, es la parte mas importante de nuestro ser y, al igual que sucede con los músculos, es entrenable. Lo que creo firmemente es que nos empeñamos en entrenar el cuerpo o en ejercitar el cerebro, pero no dedicamos suficiente tiempo a la gestión emocional.

Intuyo que tendrá días de bajón como todo el mundo… ¿Qué hace entonces una campeona de la superación perso­nal como Teresa Perales? ¿Cuál es su truco para volver a estar arriba aními­camente?

Más bien tengo momentos de bajón. Suele coincidir además con días en los que estoy muy cansada. Pero tengo una norma y es no tomar ninguna decisión en momentos de fatiga (física o mental), porque es muy fácil equivocarse. Así que, cuando tengo un mal rato, lo que hago, sobre todo, es intentar relativizarlo y pensar que, segura­mente, no sea para tanto. Intento darle la vuelta y pensar en lo positivo, no enfocar­me en lo que me está preocupando sino en cómo puedo solucionarlo.

¿Qué le ha dado más medallas: su con­dición y aptitudes físicas o su fortaleza psicológica?

Creo que puedo decir con rotundidad que mi cabeza, aunque, obviamente, si no hubiera entrenado mi cuerpo, no habría conseguido ninguna medalla. Pero si pen­samos en el momento de la competición, se supone que, todas las que estamos allí, somos las mejores física y técnicamente. Todas hemos entrenado igual y hemos lle­gado en las mejores condiciones. Enton­ces, ¿dónde está la diferencia?, ¿por qué puedo ganar? Porque mi gestión emocio­nal, a veces, es superior. Y eso, desde lue­go, lo entreno casi tanto como lo físico.

En el sentido literal y en el metafóri­co, ¿cómo intuyó que debía tirarse a la piscina?

Pensé: ¿y por qué no? Solo tengo que aprender a hacer las cosas de nuevo. Solo tengo que aprender a nadar. Literalmen­te, lo hice porque surgió y sirvió para que creyera que todo es posible. ¿Cómo sabes qué tren debes coger? ¿Cómo sabes dón­de va a estar tu oportunidad? No lo sabes. Lo único cierto es que para subirte a ese tren, tienes que estar. Para reconocer la oportunidad, tienes que quererla.

Supongo que no pensaba que las cosas fuesen a salir como han salido —debe de sentirse casi como en un sueño—, pero ¿qué hubiera pasado si todo hu­biese sido diferente, si no le hubiese sonreído el éxito?

No tengo ni idea, la verdad. Pero tampo­co necesito pensarlo. Mi vida actual me gusta mucho. Tengo un hijo maravilloso, extraordinario, que hace que cada día sea todavía más feliz. En otra realidad, quizá habría corrido con los pies o habría pilota­ do un avión, pero si eso significa no haber vivido lo que he vivido y no haber tenido al hijo que tengo, pues entonces prefiero no pensarlo.

¿Ha tenido a lo largo de su vida algún contacto con el Ejército o con militares?

Sí. De hecho, desde octubre, me siento muy orgullosa de poder decir que soy Sol­dado Honorífico del Regimiento de Trans­misiones nº 22 (Pozuelo de Alarcón).

¿Qué opinión le merece la Institución?

Tengo una opinión muy positiva. Siem­pre me ha gustado mucho la vida militar, la Institución y la vocación de servicio a mi país.

¿Cómo valora el trabajo de los solda­dos españoles en las misiones en el exterior en las que participa el Ejército español?

Ellos me parecen gente valiente y genero­sa, que antepone la vida de otros frente a la suya propia por un bien común. Por eso, su labor, me parece extraordinaria.

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