Una fotografía siempre debe contar una historia por sí misma; pero a veces hace falta la ayuda de las palabras para entenderla en su totalidad; sobre todo cuando un cruce de circunstancias hizo posible que sus protagonistas la compartieran.
Con todas las formalidades, el general director de la Dirección de Transportes se despedía el pasado 6 de febrero de la bandera, de su bandera, en la Agrupación de Transportes del Ejército de Tierra, sita en Canillejas; una despedida después de muchos años de servicio.
Hasta ahí, al ver la foto como un testigo externo, podemos entenderla como la expresión de alguien que con ese beso se lleva los miles de recuerdos de una vida dedicada a una profesión; pero como ésta es una foto que necesita más explicación, porque no siempre una imagen vale más que mil palabras, hace falta decir que las circunstancias hicieron posible que el portador de esa bandera, el abanderado, fuese su hijo; padre e hijo juntos en un momento donde a ambos se les pasaría por la cabeza como un torbellino los mil momentos que hicieron posible que los dos estuvieran, justo ahí, ese día cada uno en su puesto.
La Agrupación de Transportes de Canillejas se convirtió el pasado 6 de febrero en uno de esos lugares que simbolizan con un abrazo y un beso cómo una generación entrega a otra el futuro después de haber sido portadora del pasado.
Esa fotografía y esa despedida de la bandera es la metáfora que sucede cada día en muchos de nuestros hogares en el que pasan de padres a hijos, cualesquiera que sean sus profesiones u oficios, esos valores de convivencia, democracia, justicia y libertad por los que debemos luchar cada día; y todo eso ocurre con la normalidad de un abrazo y un beso.
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